El corazón de Bali tiene un encanto enigmático. Crear el Resort ONAYA aquí fue ambicioso. Fue un viaje marcado por el destino, una convergencia de caminos que nadie podría haber predicho. Esta historia trata sobre Fabio y Ana. Son de Portugal y España. Cada uno llegó a Bali por sus propios deseos. Pero encontraron sus destinos entrelazados en una historia de amor y sueños. Me llamo Debby, y soy parte de esta historia tejida por el azar y la elección, y fui testigo del nacimiento de ONAYA desde sus inicios. Déjame contártelo.
Fabio es de Portugal y Ana es de España. Cada uno llegó a Bali en su propia búsqueda. Pero sus caminos se cruzaron en un momento decisivo del destino un mes después. Se conocieron en Canggu, con el telón de fondo de una impresionante puesta de sol, y desde ese día, nunca se separaron. Su historia muestra las casualidades de la vida. Se desarrolló rápidamente, como una tormenta balinesa. Convirtió un encuentro fortuito en una misión compartida.
Su saga, rica en coraje y un sueño compartido, me conmovió. Fabio me presentó su torbellino de aventura y pasión con Ana, y poco después, conocí a Ana. El vínculo entre nosotros se selló durante una cena de Año Nuevo, marcando no el comienzo de un año, sino el inicio de ONAYA. Cuatro días después de su encuentro decisivo, estaban seguros de su decisión. Eligieron echar raíces juntos en Bali. Fue un salto de fe que nos llevó —a ellos y a mí— por un camino extraordinario.
El viaje de crear ONAYA fue un mosaico de desafíos y descubrimientos. Observé cómo Fabio y Ana construían su sueño en Bali. Superaron barreras lingüísticas y fusionaron visiones con la realidad. Fue realmente inspirador. Su enfoque estuvo marcado por la paciencia y el entusiasmo. Convirtieron cada obstáculo en un paso más cerca de nuestro sueño compartido.
Crear ONAYA fue más que construir. Se trataba de integrarse en la forma de vida balinesa. Fabio y Ana estaban comprometidos a respetar y aprender de la cultura local. Su viaje fue de humildad y conexión. Esto aseguró que ONAYA se convertiría en una parte apreciada de Uluwatu. No sería una imposición extranjera.
El camino para dar vida a ONAYA estuvo lleno de bailes logísticos y desafíos difíciles. Cada día puso a prueba nuestra determinación. Sin embargo, nuestra visión y la fuerza de la relación de Fabio y Ana lo lograron. Convirtieron posibles contratiempos en oportunidades para la creatividad y el crecimiento.
ONAYA es más que un resort. Es un faro de colaboración y un hogar para aquellos que buscan paz y conexión. Es la manifestación de una visión compartida. Formar parte de la familia ONAYA ha sido un honor. Ha sido un viaje que muestra la esencia de Bali y el espíritu de pertenencia. Nuestra historia es un recordatorio. Cuando mentes y corazones diversos se unen, lo imposible se vuelve posible. Crean un refugio que refleja la belleza del trabajo en equipo y el encanto de Bali.
El corazón de Bali tiene un encanto enigmático. Crear el Resort ONAYA aquí fue ambicioso. Fue un viaje marcado por el destino, una convergencia de caminos que nadie podría haber predicho. Esta historia trata sobre Fabio y Ana. Son de Portugal y España. Cada uno llegó a Bali por sus propios deseos. Pero encontraron sus destinos entrelazados en una historia de amor y sueños. Me llamo Debby, y soy parte de esta historia tejida por el azar y la elección, y fui testigo del nacimiento de ONAYA desde sus inicios. Déjame contártelo.
Fabio es de Portugal y Ana es de España. Cada uno llegó a Bali en su propia búsqueda. Pero sus caminos se cruzaron en un momento decisivo del destino un mes después. Se conocieron en Canggu, con el telón de fondo de una impresionante puesta de sol, y desde ese día, nunca se separaron. Su historia muestra las casualidades de la vida. Se desarrolló rápidamente, como una tormenta balinesa. Convirtió un encuentro fortuito en una misión compartida.
Su saga, rica en coraje y un sueño compartido, me conmovió. Fabio me presentó su torbellino de aventura y pasión con Ana, y poco después, conocí a Ana. El vínculo entre nosotros se selló durante una cena de Año Nuevo, marcando no el comienzo de un año, sino el inicio de ONAYA. Cuatro días después de su encuentro decisivo, estaban seguros de su decisión. Eligieron echar raíces juntos en Bali. Fue un salto de fe que nos llevó —a ellos y a mí— por un camino extraordinario.
El viaje de crear ONAYA fue un mosaico de desafíos y descubrimientos. Observé cómo Fabio y Ana construían su sueño en Bali. Superaron barreras lingüísticas y fusionaron visiones con la realidad. Fue realmente inspirador. Su enfoque estuvo marcado por la paciencia y el entusiasmo. Convirtieron cada obstáculo en un paso más cerca de nuestro sueño compartido.
Crear ONAYA fue más que construir. Se trataba de integrarse en la forma de vida balinesa. Fabio y Ana estaban comprometidos a respetar y aprender de la cultura local. Su viaje fue de humildad y conexión. Esto aseguró que ONAYA se convertiría en una parte apreciada de Uluwatu. No sería una imposición extranjera.
El camino para dar vida a ONAYA estuvo lleno de bailes logísticos y desafíos difíciles. Cada día puso a prueba nuestra determinación. Sin embargo, nuestra visión y la fuerza de la relación de Fabio y Ana lo lograron. Convirtieron posibles contratiempos en oportunidades para la creatividad y el crecimiento.
Reflexionando sobre este increíble viaje para crear ONAYA, mi corazón está lleno de gratitud. Pasé de soñar con Bali a unirme a esta maravillosa familia. Ha demostrado el poder de los sueños, la determinación y la magia de la unidad.
ONAYA es más que un resort. Es un faro de colaboración y un hogar para aquellos que buscan paz y conexión. Es la manifestación de una visión compartida. Formar parte de la familia ONAYA ha sido un honor. Ha sido un viaje que muestra la esencia de Bali y el espíritu de pertenencia. Nuestra historia es un recordatorio. Cuando mentes y corazones diversos se unen, lo imposible se vuelve posible. Crean un refugio que refleja la belleza del trabajo en equipo y el encanto de Bali.